La niñez se juega suerte en el Congreso
Es tiempo de impedir que nuestros niños sigan en la banca del partido de la vida, con un rezago que no los va a dejar ser titulares de sus sueños.
Hay una hinchada de Colombia con la camiseta puesta por nuestra niñez que sigue de cerca y con juicio la coherencia entre las bases del Plan Nacional de Desarrollo (PND) versus el articulado que lo debe soportar. Desde las tribunas analizamos cada jugada: de esto depende que los niños del país puedan tener un terreno despejado para crecer sanos, que es su derecho.
En lo que respecta a la salud y nutrición de la primera infancia, detectamos que justo en el momento de ser contundentes para anotar al menos algunos de todos los goles que nos faltan, se requiere definidores en el Congreso de la República, que miren el arco de las oportunidades y acojan los artículos que hacen viables los avances esenciales en la vida de nuestros niños. Una de las proposiciones –en manos de los congresistas– que buscan hacer explícito en el articulado del PND la inversión para la niñez, es la creación de una ruta de atención integral para la malnutrición, que se ocupa expresamente de todas las formas de malnutrición: desnutrición crónica y aguda, deficiencias de micronutrientes, sobrepeso y obesidad, con la meta de disminuir la prevalencia de la desnutrición crónica a 8 por ciento en el 2022.
Y con la bandera por una generación con cero desnutrición crónica en los niños menores de cinco años, me uno a la solicitud presentada al Congreso para que actúe a favor la población infantil, en una sociedad cansada de perder los cotejos importantes: porque se trata de miles de niños a quienes, como nación, no estamos aspirando a proteger o recuperar del mal devastador que impide su desarrollo cognitivo, emocional y físico. Por silenciosa y traicionera, la desnutrición crónica no está siendo declarada enemiga pública de la salud de nuestra primera infancia con suficiente vehemencia. Tenemos que desafiarla de frente y luchar unidos para erradicarla.
Debemos impulsar con ambición el presente que nuestra primera infancia implora. Es un llamado en nombre de los 560.000 niños que hoy en Colombia tienen desnutrición crónica. En otras palabras, con retraso en su talla con respecto a su edad, por acumulación de faltas como alimentos suficientes y adecuados, agua potable, saneamiento básico, seguridad alimentaria, educación de la madre, entre otras, que solo se podrán expulsar si en el articulado del PND se establecen los artículos, metas y presupuestos que puedan garantizar que la malnutrición no seguirá rodando tan campante en la cancha de las actuales y futuras generaciones: el Congreso tiene las herramientas para sacarla de taquito.
Es tiempo de impedir que nuestros niños sigan en la banca del partido de la vida, sin norte, sin esperanza, con un rezago cruel que no los va a dejar ser titulares de sus propios sueños. Aquí ya todos los técnicos extranjeros y nacionales se han pronunciado sobre lo necesario, conveniente y rentable que es invertir en la nutrición de la primera infancia, en especial en los mil primeros días de vida, que es el tiempo en que cualquier ser humano bien alimentado, puede pararse luego en el terreno a luchar por su propio progreso. En el Congreso está la suerte de nuestra niñez y las posibilidades de anotar un gol por la equidad.
Gonzalo Restrepo López
Presidente de la Junta Directiva, Fundación Éxito