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Si Colombia tuviera como uno de sus focos de acción a la nutrición de su primera infancia para que desarrolle su cerebro y alimente posibilidades futuras, recibiríamos un alto valor a mediano plazo en términos de convivencia y de economía.

 

Confieso que no fui un estudiante muy aventajado, pero al final del bachillerato recibí un respaldo que me dio la opción de retomar las matemáticas casi de cero para tener las bases de un desempeño posterior universitario y profesional bastante más reconfortantes. Me di cuenta que como todos, uno tiene sus habilidades para ciertas cosas, y en ese descubrimiento supe que cualquiera que sea el terreno o el sector, el recurso vital es la gente. Los unos nos debemos  a los otros.  

 

Lo ratifiqué en el fascinante mundo de la empresa privada y al frente de importantes responsabilidades. En esos más de 40 años de ejercer, aprendí que cuando se trabaja en equipo y se construye un grupo de alto desempeño casi cualquier meta por exigente que sea, se puede lograr.

 

 Los otros que nos acompañan en la vida, nos impulsan si queremos. Guillermo Valencia mi mejor amigo y mentor me regaló una cuota de Albert Camus que dice: “No aspires al imposible pero agota el mundo de lo posible”.  Entonces aprendí también aquello del largo plazo, de los réditos de la persistencia y la constancia.  Eso de escoger unas pocas e importantes cosas y martillar  hasta lograrlas.

 

 Y en este trasegar fue cuando comprendí porque Chile había logrado cambiar tanto sus indicadores, muchos de ellos  hoy los de un país ya desarrollado. Fue por que hizo el pareto muy bien hecho.  En vez de estarse matando por un invento social nuevo todos los días escogieron unas pocas cosas que transformaron la sociedad y al país y se dedicaron a ellas en un horizonte a 20 años. Y las escogidas fueron las que darían no solo mayor retorno social a la nación, sino también las de mayor retorno económico en un mediano plazo.

 

 Una de esas pocas, tal vez la más importante, fue la buena nutrición de sus niños en los primeros años; con gobierno de derecha o de izquierda, democrático o militar nunca la interrumpieron.  ¡No dejaron de sostenerla! Durante 20 años nutrieron a sus niños en los primeros mil días, convirtieron esta meta en  política pública y le dieron carácter obligatorio.

 

 Ellos comprendieron que en la nutrición de un niño durante un año, hacerlo mal un mes implicaría perder lo ganado en el crecimiento del cerebro en los otros 11.

 

 Vencieron aquella tendencia de que gobernarte nuevo que llegue a la localidad debe cambiar lo anterior para diferenciarse y  poner su sello. Supieron antes que muchos, que es la práctica contraria a lo que en ese campo  debe hacerse. La constancia puede lo que la dicha, la suerte o el atajo no alcanzan -dice el dicho popular-. Por eso en el listado de aprendizajes, está la preferencia por un ejecutivo con capacidad de persistencia que 5 cambiando todo, todos los días. El trabajo en equipo tiene que tener foco, continuidad y constancia para los resultados colectivos.

 

Nosotros, los adultos colombianos, somos “los otros” que los niños necesitan. Y si Colombia tuviera como uno de sus focos de acción a la nutrición de su primera infancia para que desarrolle su cerebro y alimente posibilidades futuras, recibiríamos un alto valor a mediano plazo en términos de convivencia y de economía. Seríamos un equipo de alto rendimiento conformado por más  de 40 millones que habitamos este país emprendiendo un plan a 20 años para ganar lo que hemos perdido en equidad  y progreso. La tarea no es nada fácil, pero si hay gente, sería posible. Yo ya me anoté.

 

Gonzalo Restrepo, Presidente Junta Directiva Fundación Éxito