Los bajos niveles de lactancia materna en el mundo representan una pérdida anual de más de US$300.000 millones, equivalente al PIB mundial del 2012.
Parece lejano, pero empezó a correr el reloj que fijaron la ONU y los líderes del mundo en la apuesta más ambiciosa de desarrollo humano y sostenible de los últimos tiempos: la Agenda 2030 que plantea 17 Objetivos y 169 metas para afrontar las desigualdades y avanzar en el crecimiento económico, el acceso a un trabajo decente, el consumo, la producción sostenible, la paz, la justicia y la erradicación del hambre.
Si pisamos el acelerador y nos centramos en el segundo de los objetivos, ‘Hambre Cero’, podremos preguntarnos: ¿cómo sería Colombia sin desnutrición infantil en el 2030? Para lograrlo, debemos cuestionarnos sobre ¿qué estamos haciendo para prevenir que niños y niñas mueran de hambre, tengan buen crecimiento y sus oportunidades no sean menores por una deficiente alimentación? La nutrición de la primera infancia, en especial en los primeros días de vida, tiene un papel estratégico en el desarrollo de los países. Estudios señalan que la lactancia prolongada aumenta el coeficiente intelectual de los niños, facilita el desempeño escolar y ayuda a prevenir enfermedades como la diabetes o hipertensión en la vida adulta.
Desde el punto de vista de la economía, los bajos niveles de lactancia materna en el mundo (menos del 40% de los niños gozan de este privilegio, según The Lancet) representan una pérdida anual de más de US$300.000 millones, lo que equivale al PIB mundial de 2012. Esto repercute en altos costos para el sistema de salud.
Para la OMS, la lactancia materna, no solo es el método de alimentación infantil más seguro y saludable, sino el más razonable. Para muchas familias pobres, el costo de los sucedáneos de la leche materna los torna inaccesibles. Para otros, el impacto de la compra de fórmulas en el presupuesto familiar puede resultar alto. Datos de la Sociedad Americana de Pediatría señalan que el riesgo de hospitalización por infecciones respiratorias se reduce 72% si el niño recibió lactancia exclusiva por más de 4 meses.
Además, la lactancia disminuye en 64% la incidencia de que los niños sufran infecciones gastrointestinales.
En alianza con el Gobierno, el sector privado, la fundación Éxito y Naciones Unidas -a través del Programa Mundial de Alimentos-, conjuntamente con otras organizaciones, han liderado la iniciativa ‘Generación Cero Desnutrición Infantil 2030’. Nuestro llamado es a incentivar la lactancia materna en Colombia, pues hoy esta práctica es muy corta: antes de los dos meses la mayoría de las madres la han abandonado. En departamentos como Antioquia, Atlántico, La Guajira, Magdalena, Cundinamarca y Norte de Santander esta cifra es inferior y, en muchos casos, no llega a completar un mes. La meta es que las madres amamanten a sus bebés como mínimo los primeros seis meses de vida.
Cada gota de leche materna ayuda a fortalecer el vínculo afectivo entre madre e hijo, y es esencial para el desarrollo del cerebro y los sentidos del bebé. Avanzar en esta senda será un gran aporte en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para una generación 2030 con hambre cero.
Gonzalo Restrepo
Presidente Junta Directiva, Fundación Éxito